PRÓLOGO
El vuelo era aburrido, lo admito, jamás había estado tan aburrida en toda mi vida, todos a mí alrededor dormían. Todos menos yo.
Eran como la una de la madrugada cuando me dio un ataque de alergia terrible. Había ido a mi país natal a visitar a mis amigos, ahora que contaba con mi mayoría de edad desde hacía algunos años y una jugosísima herencia, podía hacer lo que quisiera. Por insólito que parezca, el ataque de alergia no vino a mí en todo el viaje si no hasta ese momento. Estornudaba cada dos segundos y medio, y mi nariz parecía un grifo abierto. Preparada para combatir el problema, saqué de mi bolso un pañuelo blanco.
Me soplé la nariz un par de veces, quizá más, pero seguía sin solucionarse. Me agaché un poco en el asiento, para no molestar a los demás pasajeros, y soplé con toda la fuerza que pude. Error. Tengo la nariz muy delicada y sensible, siempre he odiado eso, pero con el tiempo te acostumbras a que los vasitos se te rompan con facilidad y causen estragos. Y eso fue justo lo que pasó entonces. Retiré un poco el pañuelo y cuando vi el manchón de sangre en él, me paré de inmediato al baño, dejando olvidado el pañuelo en el asiento. A mitad de camino sentí el cosquilleo que un nuevo estornudo causa cuando está por llegar. Con la cabeza hacia atrás y ambas manos cubriendo mi rostro para no hacer más desastre, llegué al baño y cerré la puerta tras de mí.
Mi estornudo fue tan fuerte que salpiqué de sangre el espejo, las paredes y el lavabo. Gruñí frustrada por no lograr mi plan de “Evitar todo el desastre posible” y me incliné para lavar mi rostro. De pronto sentí frío, un frío intenso en la espalda. Alcé la cabeza y me encontré con esos seductores ojos negros reflejados en el espejo. Y ahí estaba él de nuevo, con su cabello negro y algo largo, sus ojos afilados, las cejas gruesas que le daban un sexy aspecto de chico malo, y esa sonrisa de medio lado y con un toque malicioso que me encantaba. Me di la vuelta para encararlo. Él me acorraló con su cuerpo contra el lavamanos, presionando sus caderas contra las mías. Un hilillo de sangre resbaló de mi nariz hasta mis labios.
Él se acercó a mi rostro sonriendo aún y limpio con su lengua la sangre, en un gesto muy sensual. Sentí mis mejillas y mi cuerpo entero arder al tiempo que el sabor metálico de la sangre penetraba en mi boca, al igual que su lengua. Intenté resistirme a él, pero pocas eran las veces que lograba deshacer sus salvajes y ardientes besos, que sólo él sabía darme. Sus manos se aferraron a mi cintura, y como si pesara menos que una pluma, me levantó y me sentó en el lavamanos, sin dejar de explorar mi boca con su húmeda lengua. Acaricié su cuello y su pecho con mis temblorosas manos, retirando la chaqueta que traía, la cual terminó en el suelo, y finalmente acudiendo al encuentro con los botones de su camisa blanca. Sus manos, entre caricias y apretones, llegaron al borde de mi camiseta y comenzaron a subirla, retirándola por completo en segundos. Recorrió deseoso el broche de mi sujetador negro de encaje. Mi respiración agitada era lo único que se escuchaba, y de vez en cuando algún jadeo aislado que se escapaba de mi garganta, en el instante que su boca dejaba un mínimo espacio para dejar salir el aire. Y sólo era mi corazón el que estaba acelerado. Él jamás hacía eso. Nunca se “excitaba” realmente. Sentí asco de mí misma justo cuando iba a soltar mi sujetador y le di un empujón, apartándolo de mí. Lo miré con desprecio y él sonrió de nuevo.
- ¿No me dejarás terminar?- preguntó con mirada pícara.
Gruñí molesta y me puse la camisa.
- ¿Qué demonios te pasa?- preguntó frunciendo el ceño.
- ¡Tú pasas!- contesté.
- ¿De qué hablas?- continuó, mostrando confusión.
Guardé silencio. Decirlo sonaría infantil, tonto, nuestra “relación” era algo libre, sin compromisos. Pero cada vez que estaba con él, cada vez que me hacía suya tan apasionadamente, cada vez me sentía más sucia, más vacía. Y lo peor era que no podría deshacerme de él. Millones de veces había pensado en la manera perfecta de acabar con su existencia, muchas veces acudían a mi mente pensamientos homicidas en su contra, pero sencillamente sería imposible. Él no era humano, ni siquiera sabía si era o no real, sólo yo podía verlo, sólo yo podía sentirlo y eso me hacía sentir peor. Pero mi verdadero problema era mi adicción a él, a sus violentos besos, sus lujuriosas caricias, sus pícaras miradas, su piel ardiente, todo. Y sin embargo…
- Tú no me quieres SeungHyun- murmuré dándole la espalda-. Eres un imbécil, no sé por qué sigo con este estúpido juego.
Su aliento en mi nuca y sus veloces manos en mi cintura bajo mi camisa me hicieron estremecer y voltearme bruscamente hacia él. Sonreía de medio lado, tan sensual como siempre.
- Me sigues el juego porque tú también me deseas- susurró con voz grave a mi oído.
Estaba tan cerca que sus labios rozaron intencionalmente el lóbulo de mi oreja, produciéndome una descarga eléctrica a través de mi columna. Me sujetó con una mano en mi espalda y la otra en mi trasero y me atrajo hacia sí.
- ¿O me equivoco?
Sus ojos brillaban de deseo y lujuria, pero en el fondo su mirada era la más vacía, gélida y cruel de todas. Torcí el gesto con repugnancia y lo aparté de nuevo de mí con otro empujón. En un impulso desmedido, le volteé la cara de una bofetada. Sus ojos se abrieron de par en par, llenos de sorpresa y enfado. Me miró con los ojos chispeantes de ira que lentamente cobraban un espeluznante brillo carmesí. Sentí miedo, pero lo oculté astutamente, bufé al tiempo que le lanzaba una última mirada de odio y desprecio.
- Estás mal, Choi SeungHyun.
Salí casi corriendo del baño y volví a mi asiento. Cuando me senté de nuevo, bajé la cabeza y respiré hondo, intentando tranquilizar mi frenético pulso. Alcé la mirada y allí estaba, bajo la única luz encendida justo junto al baño, con la camisa a medio abrir y su brillante cabello ligeramente despeinado. Molesto, con la mirada clavada en mí, me llamó con la mano para que fuera hacia donde él estaba. Yo desvié la mirada, me puse los audífonos de mi reproductor portátil y cerré los ojos.
Ese sería el viaje más largo de mi vida.
Lee más!!!!
*susurra* Yura no sabe aun que hice esto xD! no me matara lo se.. ¬w¬ mas le vale jum!
No hay comentarios:
Publicar un comentario